RELACIÓN ACTIVIDAD FÍSICA Y LA INMUNIDAD ANTE EL COVID-19
Diferentes estudios a nivel mundial han comprobado que el ejercicio tiene un impacto profundo en el funcionamiento normal del sistema inmune del ser humano.
Las células inmunes que se movilizan con el ejercicio están activadas y “buscando pelea”. Su recirculación frecuente entre la sangre y los tejidos funciona de modo que aumenta la vigilancia inmune.
El confinamiento al que nos hemos sometido muchísimos
peruanos ante la pandemia por el COVID-19 es muy necesario, pero es igualmente
importante mantenernos físicamente activos en nuestras casas, por muy variadas
razones. Por eso, en colaboración con el Colegio Americano de Medicina
Deportiva (ACSM) y la organización El
Ejercicio es Medicina, el Semillero de Investigación de la
Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, pone a disposición algunas
investigaciones sólidas, bien fundamentadas, en su página web.
1.El
sedentarismo y la inactividad física matan más lentamente a cada persona, pero
a muchas más personas cada día, que la enfermedad COVID-19. Por eso, es
importante realizar actividad física todos los días de la semana, así como
evitar estar sentado varias horas seguidas. Vea las recomendaciones prácticas
para niños y adultos preparadas por los miembros del semillero en la página web.
2.Muchas
investigaciones del semillero de investigación confirman que algunos
dispositivos para ejercitarse en casa son “de utilidad limitada". ¿Será el
suyo uno de ellos?
En esta oportunidad el Dr. C. Ed. Alfredo Puican Carreño. Ex Director de la Unidad de
Investigación y asesor del semillero de investigación, recomienda la lectura
del siguiente estudio que relaciona la práctica del ejercicio físico, la
inmunidad y el COVID-19.
EJERCICIO, INMUNIDAD Y LA PANDEMIA POR COVID-19
Richard
J. Simpson, Ph. D. Profesor Asociado en los departamentos de
Ciencias de la Nutrición, Pediatría e Inmunología de la Universidad de Arizona.
30 de marzo, 2020
El sistema inmune humano es una red altamente
complicada de células y moléculas diseñadas para mantener al hospedero libre de
infección y enfermedad. Se sabe que el ejercicio tiene un impacto profundo en
el funcionamiento normal del sistema inmune.
Se ha demostrado que tener puntajes más altos de
aptitud cardiorrespiratoria, ajustados según el sexo y la edad, y ejercitarse
regularmente a intensidad entre moderada y vigorosa conforme a las guías del
Colegio Americano de Medicina Deportiva, mejoran la respuesta inmune a la
vacunación, disminuyen la inflamación crónica de bajo grado y mejoran varios
indicadores inmunes en varias enfermedades, entre las cuales se incluyen el
cáncer, VIH, enfermedad cardiovascular, diabetes, limitaciones cognitivas y
obesidad.
La pandemia ha hecho que surjan muchas preguntas
con respecto a cómo el ejercicio nos puede proteger de una infección subiendo
las defensas. Hay efectos del distanciamiento social y el confinamiento sobre
la inmunidad: los glucocorticoides
como el cortisol se elevan durante períodos de aislamiento y confinamiento y
pueden inhibir muchas funciones críticas de nuestro sistema inmune. Cuando
estamos estresados, la capacidad de
nuestras células T de multiplicarse
en respuesta a agentes infecciosos
se reduce notablemente.
También es de vital importancia que nuestras células inmunes mantengan la
capacidad de redistribuirse para que puedan “patrullar” áreas vulnerables en
nuestro cuerpo (por ejemplo, la parte superior del tracto respiratorio y los
pulmones) para impedir que los virus y otros patógenos encuentren un punto de
apoyo para la invasión. Este proceso también es importante para reducir al
mínimo el impacto del virus y acelerar la resolución viral si nos infectamos.
Los de resistencia aeróbica o ejercicio
cardiorrespiratorio dinámico que involucra todo el cuerpo, moviliza de forma
instantánea literalmente miles de millones de células inmunes,
especialmente aquellos tipos de células capaces de ejecutar funciones efectoras
tales como el reconocimiento y eliminación de las células infectadas con virus.
Las células inmunes que se movilizan con el ejercicio
están activadas y “buscando pelea”. Su recirculación frecuente entre la sangre
y los tejidos funciona de modo que aumenta la vigilancia inmune del hospedero,
la cual, en teoría, nos hace más resistentes a las infecciones y nos equipa
mejor para enfrentar cualquier agente infeccioso que haya logrado establecerse.
El ejercicio también libera varias proteínas que pueden ayudar a mantener la
inmunidad, en particular las citosinas
derivadas de los músculos como el IL-6, IL-7 e IL-15.
Es de vital importancia que intentemos mantener
nuestros niveles de actividad física dentro de las pautas recomendadas. No
solamente puede haber un efecto positivo directo del ejercicio en las células y
moléculas del sistema inmune; se sabe también que el ejercicio puede contrarrestar los efectos negativos del
estrés por aislamiento y confinamiento sobre varios aspectos de la
inmunidad.
A pesar de que actualmente no existen datos
científicos acerca de los efectos del ejercicio sobre los coronavirus, sí hay
evidencia de que el ejercicio puede proteger al hospedero de muchas otras
infecciones virales, incluyendo la influenza, el rinovirus (otro causante del
resfrío común), entre otros.
Si bien es cierto que el ejercicio podría no impedir
que nos infectemos si nos vemos expuestos, es probable que al mantenernos
activos impulsemos nuestro sistema inmune para ayudar a reducir al mínimo los
efectos perjudiciales del virus, para mejorar nuestros síntomas, para acelerar
nuestra recuperación y para disminuir la probabilidad de que podamos infectar a
otras personas con quienes entremos en contacto.
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